Los conductos radiculares son pequeños pasillos que se ramifican desde debajo de la parte superior del diente, avanzando verticalmente hacia abajo, hasta llegar a la punta de la raíz.

Todos los dientes tienen entre uno y cuatro conductos radiculares.

Muchos problemas dentales implican infecciones que se extienden a la pulpa, que es la cámara interna del diente que contiene vasos sanguíneos, nervios y otros tejidos. Cuando la infección empeora, puede comenzar a afectar las raíces. Una lesión traumática en un diente también puede comprometer la pulpa y provocar problemas similares.

Un diente interno enfermo trae muchos problemas; el dolor y la sensibilidad son algunas de las primeras indicaciones de un problema; pero en el interior, una infección que se propaga puede causar pequeñas bolsas de pus, lo que lleva a un absceso.

La terapia del conducto radicular es un tratamiento extraordinario con una tasa muy alta de éxito e implica la eliminación del tejido enfermo, deteniendo la propagación de la infección y restaurando la porción sana del diente. De hecho, la terapia del conducto radicular está diseñada para salvar un diente con problemas; Antes de que el procedimiento se desarrollara y ganara aceptación, la única alternativa para tratar un diente enfermo era la extracción.